Una de “Brilli-Cueri”, una princesa Frozen travesti y la venganza de una “faraona gay” de la peluquería, los Gipsy Kings la lían

Nuevas y las más locas aventuras son las que han protagonizado los cuatro clanes gitanos de la tercera temporada del exitoso reality que emite Cuatro ‘Los Gipsy Kings’. Hemos sido protagonistas del curso de supervivencia para prepararse a dar la vuelta al mundo en 79 días superando a Willy Fog de los Fernández Navarro, los “reyes del lujo” desde Mallorca. Hemos visto como Miss Gitana “La Rebe” de los Jiménez, “reyes del mercadillo” desde Plasencia triunfaba con la venta de camisetas customizadas con su cara y se las ingeniaba para explicar a su madre que estaba “roneando con Juan, un chico del culto”. En cuanto a los Montoya, “reyes de las 3000 viviendas” desde Sevilla lograban cumplir el sueño de tener un local para la diseñadora Saray (a pesar de estar sucio y repleto de neumáticos) que se encargaron de limpiar su madre y sus amigas del “ejército de Cristo” mientras el indignado estilista gay, Cristo Contreras, planeaba la “traición profesional” contra sus amigas del clan de los Montoya. En cuanto a los Salazar, dejamos en el primer capítulo a los “reyes del brillo” desde Vallecas, en Madrid, inventando el concepto del “brilli-leather” para el World Pride Madrid 2017.

En el capítulo de anoche, Noemí y su madre Raquel, regresaban a la tienda SR Leather del barrio de Chueca para conocer a los modelos que lucirán sus diseños y allí aparecieron dos chulazos vestidos con tan minúscula vestimenta que hicieron que Noemí se pusiera de todos los colores sin salir de su asombro: “¿Pero no te da lache (vergüenza) salir así, muchacho?”, les preguntó. “Necesitáis un reciclaje gay y os aconsejo que vayáis a ver el espectáculo “¡Qué trabaje Rita!”, les recomendó el diseñador Germán. Después de explicarles que se trataba de un espectáculo de transformismos en el que iban a encontrar “más brillo que en un pedido gitano”.

Tras las oportunas aclaraciones de lo que significaba la palabra leather (cuero, en inglés) la diseñadora Raquel puso sus exigencias: “Le tienes que llamar Brilli-Cueri si quieres que trabaje contigo. Es más sofisticado y en español”. A lo que José, propietario de la tienda accedió.

Pero no es el único que puso exigencias, cuando las Salazar regresaron a casa había que llevar a su mascota, un yorkshire llamado Tobie (que estaba preso de un brote psicótico) a una peluquería canina y allí, Carlos, el jefe del clan aprovechó para decirle a su mujer, Raquel, que si quería que le dejara trabajar para el colectivo gay tenía que dejarle hacerse un transplante capilar: “Ya no me quiero mirar al espejo el pelo va para atrás”. Raquel aceptó a regañadientes la propuesta de su marido: “¡No pretenderá ser el Puma!”, comentó divertida.

Para que sus maridos vieran que no había ningún peligro trabajar con el colectivo gay, las Salazar se los llevaron a un discoteca de ambiente y Noemí, que jamás había pisado nunca una disco comentó: “bailan atacás y con rozamiento”. Pero no fue la única sorpresa de la noche porque una de las travestis que actuaba era conocida de la familia: “El nieto de la Paquita es como la princesa Frozen”, le comentó Raquel a su asombrado marido. Tras las actuaciones, las Salazar subieron al escenario y se comprometieron con el nieto de Paquita: “Necesito que me hagáis una vestido para una boda, un bautizo y un Orgullo, cariño” les dijo y la modista aceptó entre los aplausos del entregado público asistente.

Mientras en Sevilla se fraguaba la venganza… El diseñador fashionista del barrio de las 3000 viviendas, Cristo Contreras, estaba muy ofendido: sus amigas Las Montoya le habían propuesto ser el ¡ayudante! de peluquería de Naiara… ¡él, el artista de la laca, los rulos y los moños imposibles! Así que reunió en la calle “con su silla, mesa, cafelito y surtido de dulces” al consejo de amigos y a su hermana Paqui para contarles la ignominia a su persona. “Mis manos valen mucho ¡Con lo que yo he hecho por esa niña!”, comentó indignado, a lo que su hermana le propuso: “¿Por qué no montas la peluquería por tu cuenta? ¡Tu eres la faraona!”.

El día de la semana que Cristo dedicaba a su relax personal (incluyendo bata multicolor, felpa en la cabeza, mascarilla nutritiva para el rostro, dos rodajas de pepino para los ojos y peeling) aparece su hermana Paqui y le comunica: “Van a traspasar una peluquería en el barrio”.

A regañadientes, Cristo abandona su día dedicado a su cuidado personal para ponerse monísimo de la muerte y, mira por dónde, la dueña de la peluquería es amiga suya, María “La colombiana”. Después de pedirle 30.000 euros por el traspaso del local, Paqui Contreras saca su espíritu comercial para ayudar a su hermano en la negociación: “¿Por qué no os asocíais?”. Con un apretón de manos queda consumada la traición del peluquero a sus amigas de toda la vida, las Montoya.

¿Qué pasará la semana que viene? ¡Con estos personajes puede pasar de todo!