Túnez, el paraíso LGBTfóbico: Activista intenta suicidarse por no soportar las agresiones y amenazas de muerte

Túnez, el paraíso LGBTfóbico: Activista intenta suicidarse por no soportar las agresiones y amenazas de muerte

El grupo activista LGBT de Túnez, Shams, anunciaba este pasado lunes en Facebook que su vicepresidente, Ahmed Ben Amor, de 20 años, intentó suicidarse en la mañana del pasado sábado, 9 de julio, tras ingerir una gran cantidad de drogas en su domicilio. Fue hospitalizado en estado de coma en un hospital privado. Desde la asociación se señalaba que el activista no pudo soportar por más tiempo la presión de la homofobia a la que es sometido por su familia y la sociedad y debido a las amenazas de muerte que ha recibido con regularidad. El lunes, Shams daba una buena noticia: “Ahmed Ben Amor está mejor. Finalmente se despertó y fue capaz de comer”. El domingo se encontraba ya fuera de peligro.

Ahmed había intervenido el pasado mes de abril en el programa de debates Klem Ennes para defender la derogación del artículo 230 del Código Penal de Túnez, que castiga las relaciones homosexuales masculinas con penas de hasta 3 años de prisión. Tras su emisión, los ataques verbales y las amenazas de muerte se multiplicaron. Tenía miedo a salir a la calle y, desde entonces, nunca le dejaban sólo cuando salía y cuando intentó interponer denuncias, recibió insultos por parte de los policías.

Miles de personas han mostrado su solidaridad y afecto con el activista a través de Twitter con el hashtag #WeLoveYouAhmed, y el propio Ahmed publicaba el lunes un mensaje en su cuenta de Facebook donde contaba lo que le llevó a tomar la drástica decisión de acabar con su vida: “Siento haber dejado todo atrás para dirigirme hacia la única verdad… no podía pasarlo por alto, ya no podía sufrir esas sucias amenazas, el linchamiento y acompañamiento sistemáticos, la muerte es mucho mejor que la negación…”.

Otra buena noticia es que parece que ver que podían perder a su hijo ablandó el corazón de los padres del joven, al que echaron de casa cuando les confesó que es homosexual, ya que uno de los mejores amigos del activista publicaba que fueron a visitarle y, por fin, han aceptado su orientación sexual.

Amnistía Internacional tiene en marcha la campaña “¡No soy un monstruo! Hasta tres años de cárcel por ser homosexual en Túnez” con la que ha recogido ya cerca de 20.000 firmas para denunciar que la ley contribuye a que las personas LGBTI en Túnez sufran diariamente rechazo, discriminación, agresiones y violencia por la sociedad y sus propias familias y solicitar al gobierno el cambio de la legislación.

Usando nombres ficticios para preservar la privacidad de las personas, la ONG cuenta  casos reales con testimonios del sufrimiento que padecen en Túnez las minorías sexuales como sucede con Samir, un joven de 20 años que se pregunta: “¿Dónde está mi dignidad como ser humano?  Para ellos, la homosexualidad es un pecado y es contraria a la naturaleza, soy un monstruo sobre la tierra, cuyo lugar está en el infierno. Esto es lo que oigo cada día (…)”.

En septiembre de 2015, un estudiante de 22 años tunecino llamado Marwan fue sentenciado a un año de cárcel por mantener relaciones con otro hombre. Le hicieron un examen anal forzoso que fue utilizado como prueba de su homosexualidad. Tras un apoyo internacional sin precedentes, Marwan finalmente salió de la cárcel tras dos meses y el pago de una multa.

Marwan es solo un ejemplo de la discriminación y violencia constante que viven las personas LGBTI en Túnez. Su Código Penal penaliza las relaciones homosexuales consentidas entre adultos, que suelen ser sometidos a un examen anal por médicos. Amnistía Internacional lo considera una forma de tortura y otros malos tratos.

Medí, de 30 años, cuenta: “Me enfrento a insultos a diario. No puedo ir al baño público porque otros hombres se ríen de mí. No puedo pasear cerca de un colegio porque los niños me acosan. A mi sobrino y a mi sobrina les preguntan los otros estudiantes “¿Por qué es vuestro tío así?” En oficinas, colegios, en todas partes…la gente te mira con disgusto’. Firas contaba que cuando estaba en el colegio ‘los otros estudiantes siempre se reían de mí, insultándome y a veces lanzándome huevos. No pude soportarlo más, así que dejé el colegio”.

En abril de 2016, un actor afirmó en televisión que la homosexualidad es una enfermedad. Poco después, activistas mostraron en redes sociales fotos de tiendas y taxis que prohibían la entrada a personas LGBTI.

Esta situación ya se puede calificar de auténtica tragedia humana. ¿Cuándo la comunidad internacional va a permitir que se cometan estos atropellos a la dignidad e integridad de las personas con total impunidad?.

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