"Tierra, mar y aire", el libro autobiográfico de la primera expiloto del ejército español que salió del armario

“Tierra, mar y aire”, el libro autobiográfico de la primera expiloto del ejército español que salió del armario

Patricia Campos podría definirse como una luchadora que le ha plantado cara a la vida y ha salido victoriosa. Acaba de presentar su libro autobiográfico titulado “Tierra, mar y aire”, un relato duro y emotivo de una persona que creció en un ambiente machista del que siempre intentó escapar, que tuvo que enfrentarse a todo tipo de discriminación por ser lesbiana, que fue marginada en el ejército español donde fue pionera como piloto naval y que la vida le llevó a hacer lo que más quería en la vida: entrenar a un equipo de fútbol en Hawái, crear una ONG en Uganda para ayudar a enfermos de sida, (donde se practica la mutilación genital a las niñas y se viola a las lesbianas) y escribir en sus ratos libres en su blog “Fútbol sin Fronteras”. Y es que Patricia cree que a través del fútbol se puede mejorar la vida de las personas más desfavorecidas.

Patricia Campos y su libro Tierra, Mar y Aire

En “Tierra, mar y aire” (Roca Editorial), que acaba de ver la luz, Patricia Campos Doménech, de 39 años, aborda  en primera persona cuestiones sobre los derechos humanos, la solidaridad y la igualdad con la pretensión de aportar su visión y poder ayudar a otras personas. En sus páginas desnuda su alma contando la traumática experiencia de tener un padre dictatorial y una madre a la que le debe todas sus virtudes. Nacida y criada en la localidad castellonesa de Onda, en su adolescencia descubrió que era lesbiana en un entorno dominado por un padre católico al que define como “un borracho dictatorial”. Le gustaba el fútbol y tocar la trompeta, algo atípico en las niñas de su generación.

Cuando se fue a Valencia a estudiar Comunicación Audiovisual le sirvió para deshacerse de las ataduras de su opresivo hogar y también asumir, poco a poco, su propia orientación sexual. Cuando su padre abandonó el hogar familiar dio el paso para presentar a su novia a su madre que lo aceptó por reconocer que se trataba de la felicidad de su hija.

En la facultad descubrió otra de sus pasiones: Convertirse en piloto militar. Sólo había tres plazas en unas oposiciones en las que se presentaron cientos de hombres y cinco mujeres y quedó la segunda. En la escuela naval militar descubrió la intimidación y humillaciones, los chiste machistas y un mundo donde la disciplina lo dominaba todo. No se atrevió a confesar a ningún compañero su orientación sexual.   

Nadie quería una mujer entre machotes, sin embargo, Patricia anima desde las páginas de su libro a las chicas a cumplir sus sueños y no dejarse intimidar por un entorno hostil “por mucho que te complique la vida”.

En la base donde fue destinada no había aseos para mujeres y rechazaron su petición de para crear uno. En ‘Tierra, mar y aire’ Patricia relata el despotismo del Ejército. Y justifica su intención: “No trato de atacar sino de describir la realidad para que las cosas cambien y otras lo tengan más fácil que yo. Espero que en la Armada entiendan que la sociedad avanza y deben cambiar sus valores”.

Tras ocho años de servicio en el ejército pidió una excedencia y quiso cumplir otro sueño: Ser entrenadora de fútbol en Estados Unidos, siguiendo a una novia norteamericana que conoció en Rota. Primero estuvo en California y este año ha trabajado en Hawái, su nueva residencia. Un lugar donde ella dice “no te juzgan por tu sexualidad sino por tu valía”.

Pero como le gustan los retos, en Uganda también pasó parte de su tiempo. Una tierra en la que ha visto de todo: violaciones, robos, secuestros, asaltos:  “En Uganda lo pasé peor que en el Ejército”, comenta pero por su determinación le gusta regresar porque le compensa la ayuda a los demás. No se define como una valiente porque para ella la valentía es sacar una familia adelante, cuidar del hogar, de los hijos y soportar a un maltratador. Patricia aunque reconoce que desde el punto de vista de derechos sociales se ha avanzado mucho cree que la LGBTfobia está demasiado arraigada en nuestro ADN y pone como ejemplo las más de setenta agresiones que han tenido lugar desde que comenzó el año: “Te pegan por tu aspecto”, comenta.

Foto de portada: Blog Fútbol sin Fronteras” de Patricia Campos

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