Ondear una bandera arco iris en su casa por poco le cuesta la cárcel a un médico saudí

Ondear una bandera arco iris en su casa por poco le cuesta la cárcel a un médico saudí

En junio del 2014 y, aunque la información llega con cuentagotas desde Arabia Saudí, nos enterábamos de que un joven gay de 24 años fue condenado a prisión y a 450 latigazos tras intentar quedar con otros hombres vía Twitter. Fue arrestado después de haber publicado diferentes mensajes en su cuenta de la red social. Este reino es uno de los destinos del mundo menos recomendados para los viajeros LGBT. Violencia, tortura, cárcel y muerte es lo que les espera al colectivo gay en esta nación de Medio Oriente. De hecho, Faisal bin Hasan Trad, el representante de Arabia Saudí dijo ante el Consejo de Derechos Humanos de la ONU en Ginebra en 2015: ‘Apoyaremos los derechos humanos siempre y cuando todavía podamos matar a las personas LGBTI’.  Así que no es de extrañar que tener una bandera arco iris ondeando en tu casa pueda costar caro a quien lo haga.

Puede parecer una simple anécdota pero es la cruda realidad de lo que viven las personas LGBTI en este país de mayoría musulmana. A principios de mes, un médico se llevó el susto de su vida cuando la policía religiosa islámica tocaron su puerta para preguntarle sobre la bandera del arco iris que había colgado en un asta de tres metros sobre su casa en la ciudad portuaria de Jeddah.

La policía religiosa saudí, conocida como Comité para la Promoción de la Virtud y la Prevención del Vicio, detuvieron al médico y se lo llevaron para interrogarlo. Cuando le preguntaron por qué estaba en posesión de una bandera arco iris y si él estaba tratando de apoyar el orgullo LGBTI les dijo que no tenía idea de lo que significaba y mucho menos que era un símbolo para la comunidad homosexual en todo el mundo.

Tras un exhaustivo interrogatorio, la policía religiosa descubrió que había sido un hijo del médico el que había comprado la bandera en Internet porque “pensaba que era bonita”. El médico fue puesto en libertad y, por supuesto, le confiscaron la bandera.

Una confusión similar ocurrió en Afganistán en 2011 donde llegó una partida de coches de segunda mano importados desde Canadá  que llevaban pegatinas con el arco iris del Orgullo Gay. Parece que gustaron y se pusieron de moda entre los conductores hasta que finalmente los afganos aprendieron lo que las pegatinas simbolizaban y rápidamente se puso fin a la moda.

Arabia Saudí es uno de los diez países de mayoría musulmana que todavía castigan la homosexualidad con la pena de muerte. Según las autoridades del país, castigar a la comunidad gay con la cadena perpetua, la tortura, la castración química, los azotes y la pena de muerte no encaja con los derechos humanos internacionalmente reconocidos que protegen a las personas en base de la orientación sexual o identidad de género.

Faisal bin Hasan Trad, el representante de Arabia Saudí ante el Consejo de Derechos Humanos de la ONU en Ginebra dijo el año pasado que el país no tolerará las críticas a su historial de derechos humanos y que ‘obligarles’ a respetar los derechos LGBTI es “inaceptable y una flagrante interferencia en sus asuntos internos”.

Desde el Ministerio del Interior del país confirman en su cuenta en Twitter: “Arabia Saudita se opone a cualquier resolución de los derechos de los homosexuales. Arabia Saudita reafirma su apoyo a los derechos humanos y el respeto hacia todas las convenciones internacionales, siempre y cuando estén de acuerdo con la Ley Islámica”.

Otro aspecto del gobierno por el que el país es famoso y ha levantado muchas reclamaciones por las organizaciones internacionales es el trato a las mujeres, ya que no tienen permiso de salir de sus casas, utilizar el transporte público o viajar sin la autorización de su marido o familiar. Tienen terminantemente prohibido conducir, aunque muchas lo hacen para desafiar a la ley y así intentar conseguir más libertades. También es uno de los países que más aplica la pena de muerte en el mundo, incluyendo a los menores de edad. Principalmente, se aplican por violación, tráfico de drogas, la posesión de animales en su domicilio o la homosexualidad. Todas estas restricciones políticas, hacen que el país sea considerado como un Estado ‘no libre’.

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