Los hombres que amó Oscar Wilde: De una pasión prohibida a un amor carcelario

Los hombres que amó Oscar Wilde: De una pasión prohibida a un amor carcelario

Si levantara la cabeza Oscar Wilde y viera que hoy su nombre es Trending Topic seguramente se sorprendería. Uno de los más grandes escritores, poetas y dramaturgos de la historia de la humanidad era gay y una de las mentes más privilegiadas de la humanidad. Hoy se cumplen 116 años de su fallecimiento un 30 de noviembre en París, donde vivió sus últimos años, tras desengañarse de la sociedad británica, bajo el nombre falso de Sebastián Melmoth. Estaba arruinado material y espiritualmente y enfermo. Durante sus dos años de estancia en la cárcel de Reading, Wilde escribió la extensa carta dirigida a su amor, lord Alfred Douglas, que lleva por título De profundis (1897) y el poema La balada de la cárcel de Reading.

Una relación con Lord Douglas que le había llevado a prisión pero que, al parecer, retomó y con el que se reunió en agosto de 1897 en Ruan. Vivieron juntos unos meses en Nápoles con la desaprobación de familiares, amigos y de la propia mujer de Wilde, Constance, quien rehusó volver a encontrarse con él y le prohibió ver a sus hijos, aunque le siguió mandando dinero y nunca se divorciaron. La amenaza de las respectivas familias de Wilde y de Lord Alfred Douglas con cortarles los fondos terminó por separarles.

El único delito que cometió Wilde fue enamorarse de alguien que estaba prohibido: Lord Alfred Douglas, al que llamaba cariñosamente “Bosie”, uno de sus más fieles fan, que además era muy atractivo, ya que leyó la obra de Wilde 19 veces, una hazaña que les unió. El Marqués de Queensberry no veía con buenos ojos la relación de su hijo con Wilde y les prohibió verse bajo la amenaza de denunciarles ante las autoridades.

Como continuaron su relación, el Queensberry denunció a Wilde y acto seguido, éste a Queensberry por difamación e injurias. La confrontación fue violentándose y algunos creen que Douglas animó a Wilde a enfrentarse con su propio padre. Wilde a su vez fue acusado de “grave indecencia”, un eufemismo de la época para referirse a la homosexualidad pública o privada, por ello fue llevado a juicio, el cual perdió y se convirtió en uno de los mayores escándalos de la sociedad de la época. Wilde fue encarcelado durante dos años.

Su amarga experiencia carcelaria le marcó para siempre. Más de un siglo después, Peter Stoneley, un profesor de la Universidad de Reading dio con la identidad y la ficha del hombre que fue un consuelo para Wilde en prisión. Su nombre era Henry Bushnell, nacido en Londres, de tan sólo metro y 58 centímetros, condenado por cometer hurtos menores. Era apenas un adolescente en 1895, momento en el que Wilde entró en prisión con 42 años. No era la primera vez que Bushnell pisaba la prisión, antes lo arrestaron 21 veces en 20 años.

Según relata Stoneley, Bushnell fue el “preso predilecto” de Wilde y entre ambos hubo un romance aunque lo tuvieron bastante complicado porque el sistema penitenciario británico de la época estaba basado en el aislamiento del preso. No era fácil encontrar ocasión para tener relaciones sexuales.

La pista que llevó al profesor Stoneley  sobre Bushnell viene de una carta que Wilde escribió en prisión a su amigo Harry Elvin y en la que le refirió a “un chico pequeño de ojos oscuros”. Pero no fue el único porque Wilde también nombró a Arthur Cruttenden, un militar encerrado por causar altercados cuando bebía, del que dijo sentir simpatía pero no atracción. Tras abandonar la cárcel, Wilde intercambió algunas cartas con Burshnell e incluso le ayudó enviándole dinero. Wilde escribió que quiso morir durante los primeros seis meses de encierro pero que, después, la amabilidad de los otros presos le devolvió la alegría y presumía de tener amigos.

Lo que nunca encontró Wilde fue más presos condenados por prácticas homoeróticas pero no fue el único porque hay registros de otros homosexuales encarcelados en 1893 y 1894 en Reading.

El 19 de mayo de 1897, Wilde salió de prisión. Le concedieron una renta de 150 libras al año que, a pesar de su modesto estilo de vida, no le llegaban para vivir. Pasó cuatro años viviendo de la caridad de amigos de Italia y Francia hasta que murió pobre y alcoholizado.

Por su parte, Lord Alfred Douglas, su amante, se casó en 1902 con Olive Eleanor Custance, una poetisa de familia adinerada. Tuvieron un hijo, Raymond, que murió en 1964. Douglas fue editor de una revista literaria: “The Academy” y publicó numerosos volúmenes de poesía. Era un ferviente racista que tradujo Los protocolos de los Sabios de Sion en 1919. Fue la primera traducción al inglés de este famoso libelo escrito por la policía secreta zarista con la intención de difamar el pueblo judío. Los últimos años de su vida abandonó dichas ideas y se convirtió al catolicismo romano abrazando el ala más conservadora del Catolicismo.

Tuvo una vida llena de juicios, en los que se alternaba como acusador y acusado. El más notorio fue el que tuvo con Winston Churchill en 1923. En él, Douglas fue hallado culpable de difamar a Churchill y fue sentenciado a seis meses de cárcel. Douglas propagó el rumor de que Churchill había formado parte de una conjura para asesinar a Lord Kitchener, el Secretario de Estado británico para la guerra.

Douglas dijo que nunca se recuperó de su dura experiencia en la cárcel. Murió en St. Andrews, Escocia, el 20 de marzo de 1945.

Hoy por hoy, la prisión de Reading donde cumplió condena Óscar Wilde se ha convertido en un espacio para exhibición de arte. Es triste saber que ahí alguna vez se castigó a un hombre por el simple hecho de enamorarse en un momento equivocado.

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