Las claves del “Bud Sex”: ¿Qué diferencia a estos hombres de los “heteroflexibles” y los de “sexualidad fluida”?

Las claves del “Bud Sex”: ¿Qué diferencia a estos hombres de los “heteroflexibles” y los de “sexualidad fluida”?

Cuando ya pensaba que los hombres que tienen relaciones esporádicas con otros sin dejar de tener esposa e incluso hijos, ser tradicionales, masculinos y defender la heteronormatividad (a pesar de tener de vez en cuando una canita al aire con un maromo) se les llamaba “heteroflexibles” o “heterocuriosos”, me hablan del fenómeno del Bud Sex que, en su traducción del inglés viene de la palabra brote (bud) y sexo (sex), o lo que es lo mismo “sexo entre colegas”, por supuesto, masculinos. Lo que sería en España “hacer un Torrente” (emulando la frase del personaje: “¿Qué nos hacemos unas pajillas? ¡Pero sin mariconeo!”

Hace dos años, uno de los fans de los más de 185.000 seguidores que tiene en Twitter, Nyle DiMarco, el primer concursante sordo y ganador de Next Top Model de Estados Unidos, le lanzó una pregunta: “¡Nyle tienes muchísimos fans gays!, dime ¿chica o chico?”. Su respuesta fue una sola palabra: “Fluida”. Al presentador del show Australian Idol, Osher Günsberg, le preguntaron en la radio: “¿Usted ha besado tíos homosexuales alguna vez?” y respondió, “¿Quién no?. Tienes que ir a todos los paseos en la Dreamworld (Tierra de los sueños) antes de encontrar en el que deseas permanecer en todo el día”. A veces, todo lo que tienes que hacer es preguntar. Nyle y Osher son dos chulazos que no les gusta encasillar su sexualidad y, por eso, es fluida.

Sin embargo, a los sociólogos les encanta clasificar a las personas por sus afinidades o intereses en todos los terrenos (incluido el sexual) así que queremos saber cuáles son las claves del Bud Sex. Y esto es lo que dicen los expertos:

Para ellos tener relaciones con otros hombres es un entretenimiento y un pasatiempo. No quieren una relación sentimental, ni una persona con la que compartir una charla de bar (en este punto se asemejan a la práctica del cruising: placer por puro placer).

Se trata de saciar el apetito sexual evitando besos, gestos cariñosos y hasta mirarse a los ojos, para eliminar cualquier atisbo emocional.

Flexibilidad en los encuentros. No tienen por qué ser diarios, ni semanales, si no cuando el deseo se hace irrefrenable independientemente de con quién te toque.

Por despecho o rabia. Dicen los expertos que estos encuentros tienen como desencadenante una fuerte discusión con la pareja o tras haber consumido grandes cantidades de alcohol y otras drogas porque estamos más desinhibidos.

Ni un atisbo de romanticismo. En los Bud Sex meetings aparte de desahogos ocasionales también suele haber interés económico. Es un aquí te pillo, aquí te mato.

El fenómeno del Bud Sex ha sido el objeto de un estudio elaborado por la Universidad de Oregon, en los Estados Unidos, quienes analizaron el comportamiento sexual de un grupo de hombres de raza blanca que viven en algunos de los estados más conservadores del país y en áreas rurales de Missouri, Illinois, Oregon, Washington o Idaho, lugares conocidos por su “conservadurismo social y poblaciones blancas predominantes”, que declaraban abiertamente heterosexuales -en muchos casos casados y con hijos- pero admitían tener encuentros sexuales esporádicos con otros varones con el único propósito de satisfacer sus instintos más primarios.

El sociólogo Tony Silva, al frente del estudio, asegura que este fenómeno está muy arraigado en entornos rurales donde estas prácticas no están bien vistas socialmente e incluso te pueden llevar a pasar una noche en un calabozo.

El doctor Silva también asegura que estos hombres no suelen sufrir ninguna crisis de identidad sexual a lo largo de su vida e incluso rechazan la homosexualidad y los comportamientos afeminados y los visualizan como meros “juegos de desahogo”. Lo que les ha valido el calificativo de homosexuales homófobos por parte de miembros de colectivos como el LGTB. Algo así parecido a la norma no escrita en el mundo musulmán que, aparte de negar que existan los homosexuales, consienten las relaciones entre varones siempre que sean activos porque los gays quedan relegados al rol de los pasivos.

El año pasado, la profesora de género y sexualidad de la Universidad de California, Jane Ward, publicó el fascinante libro “Not Gay: Sex Between Straight White Men”  (No Gays: Sexo entre hombres blancos heterosexuales). En él, Ward explora varias subculturas en las que abunda el que podría llamarse “sexo homosexual hetero” entre no sólo en las que se esperan, como las fuerzas armadas y las fraternidades, sino también las bandas de moteros y los barrios suburbanos conservadores. En algunas de las subculturas estudiadas por Ward, los heterosexuales fueron capaces de reinterpretar la identidad homosexual como realmente fortalecedoras de sus identidades heterosexuales “buscando compañeros sexuales esporádicos” de personas similares a ellos.

Pero es difícil no tener la sensación de que tal vez algunos de estas personas de estos dos estudios serían más felices o habrían tomado decisiones de vida diferentes si hubieran tenido acceso a un vocabulario menos restringido para describir lo que quieren y quiénes son.

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