Cristo Contreras (Los Gipsy Kings) y las sorpresas de su cita gay en First Dates

El Prince de las 3000, Cristo Contreras, ha logrado convertirse en todo un fenómeno mediático dentro del reality con sus ocurrentes comentarios rebosantes de chispa andaluza que demuestran que tiene su ego por peineta y lleva a gala y con orgullo ser gitano y gay, al mismo tiempo y por ese orden.

En el capítulo de la semana pasada de Los Gipsy Kings le veíamos montando en streetrider (que para los no entendidos en una bicicleta para 6 plazas con toldo) por la Plaza de España de Sevilla para grabar el vídeo en su búsqueda del amor en el programa de citas, First Dates. Acompañando de su hermana Loli (quien se jugó la vida en unas posturas complicadas para sacar los mejores planos de su Cristo), el estilista confesó que se sentía “como Woody Allen y Steven Spielberg todos juntos”. Tras numerosas tomas falsas, que casi le dejan sin batería en el móvil, logró grabar un original vídeo en el que pedía un chico que le ofreciera “respeto, confianza y cariño porque espero y me merezco el amor…”, explicaba.

Dicho y hecho porque en el capítulo de anoche Cristo llegaba a las instalaciones de First Dates arropado por su tía Enri con la intención de conocer al hombre de su vida. “Tenía la adrenalina no por la cabeza sino por las nubes y me sentía como Marilyn Monroe”, comentó después de ver el camerino que le habían asignado.

La primera sorpresa se la llevó cuando conoció a Richard, el periodista que le entrevistó por teléfono de la productora de First Dates: “Yo me imaginaba a Richard con un poquito de panza, con 4 hijos, una casa y una hipoteca que te cagas”, comentó el Prince de las 3000 y, en su lugar, se encontró con un maromo rubio, de músculos torneados y sonrisa perfecta: “¡Es el Ken de la Barbie!”, dijo el ilusionado estilista que a punto estuvo de echar el cierre al camerino para que su nuevo amigo no se escapara: “Me impresionó tanto el físico de Richard que me dejó redondo como una bombilla”, comentó Cristo.

Pero no fue la única sorpresa que le esperaba al sevillano porque la cantante Yurena se pasó a conocerle y, al mismo tiempo, ofrecerle algunos consejos para que “no se cerrara al amor y no se dejara llevar por las apariencias exteriores”. Cristo no solo siguió atentamente sus explicaciones sino que dijo de Yurena: “Me encanta ella, es divina,… es muy mariquita”.

Todavía faltaba por pasar la prueba de fuego en su cita ante las cámaras de televisión: “Vengo aquí con muchas ganas y con mucha fuerza pero no creo que encuentre aquí el amor porque Cristo Contreras es muy difícil”, vaticinaba.

El propio Carlos Sobera le presentó a Raúl, la cita de Cristo, un joven de 30 años (cuatro más que el sevillano) que trabaja en un negocio familiar en una sala de copas y billares.

Aunque la primera impresión es lo que cuenta, la apreciación de Cristo es que no fue lo que esperaba y se iba a llevar la sorpresa de su vida: “Raúl no era lo que yo iba buscando pero conforme íbamos charlando en la cena, iba sintiendo esas mariposas en el estómago…”.

Cristo aprovechó la ocasión para poner claro algunas cosas frente a Raúl: “Yo soy gitano 100 por cien y nunca voy a negarlo, aquí, en Pekín y en el globo terrestre… me siento afortunado de ser gitano y gay”, a lo que Raúl le contestó: “Antes era un insulto y ahora es como de raza…”

Raúl también aprovechó para contarle algunas cosas personales de cómo era: “Yo soy muy pasional y me gusta hacerlo bien”.

Terminada la cita a ciegas llegó el momento de las valoraciones y ambos decidieron tener un segundo encuentro.

Ya en el camerino, Raúl y Cristo se hicieron algunas confidencias y coquetearon: “Tu cumples con los requisitos para enamorarme pero para empezar un pastel hay que tener primero los ingredientes… Me encanta tu forma de pensar porque eres muy yo. Me has hecho sentirme muy a gusto y cuando quieras y puedas en Sevilla estoy”, le comentó con desparpajo Cristo. “Me has hecho sentirme bien y me encantaría tener una segunda cita contigo y seguir conociéndonos… nos vemos pronto”, le respondió Raúl.

Ambos se prodigaron en darse muestras de cariño con abrazos y castos besos en la mejilla y llegó el momento de las valoraciones: “Si de verdad te gusto, ven a verme porque Cristo Contreras nunca se desplaza para ir a ver a un hombre… eso en la vida pero empezó a despertarme esa picardía”, sentenció el sevillano con su peculiar forma de hablar de sí mismo en tercera persona.

Cuando entró por la puerta Enri, la tía del peluquero, no podía reprimir su felicidad: “Me encanta mucho, me gusta su forma de ser, cómo me habla, cómo me mira, cómo se expresa y por primera vez siento mariposas en el estómago…”

¿Se ha enamorado hasta las trancas a pesar de repetir que es un hombre muy difícil que ningún hombre ha sido capaza de conquistar? … ya veremos qué pasa en una segunda cita en el capítulo de la semana que viene.

En cuanto a las otras estirpes gitanas, hicieron su reaparición en este capítulo los reyes del Sacromonte, los Mayas, a los que se unirán los Jiménez para que Susi interprete a la matriarca, “mini Salvadora”, en su nuevo musical. En el Albaicín, la pequeña de los reyes del mercadillo aprende a imitar todas las dotes de la “sargento Maya”.

Mientras los Fernández-Navarro finalizan su estancia en Kenia en un globo aerostático y continúan su vuelta al mundo a lo Willy Fog en Perú. En Palma de Mallorca, los miembros del clan también tuvieron sobresaltos: El yerno y la nuera dejan medio vacío el armario del patriarca y su “panamera” (el coche de sus ojos)… un poco estropeada.

Los Montoya vivieron en Sevilla un momento crucial que decidirá la honra de la familia y precipitará la boda de la primogénita, Naiara. Lo ocurrido obliga a Saray a acabar con el sueño de su hija de tener una peluquería propia.

En cuanto a los Salazar, tras el contouring capilar y los remedios caseros a base de huevo, ahora llega el turno de que Carlos, el patriarca, luzca casco de “luces halógenas e infrarrojos” para su problema de alopecia. Nada ni nadie impidió que el interesado acudiese a una clínica para asesorarse sobre el inevitable injerto capilar. Mientras tanto, las mujeres de la familia siguen con su formación para convertirse en empresarias de éxito asistiendo a una sesión de coaching para emprendedores para coronarse como las reinas del brillo.