¿Cómo es la vida de los homosexuales en Myanmar?

¿Cómo es la vida de los homosexuales en Myanmar?

Tras 50 años de represión, la comunidad LGBT reclama su derecho a vivir en libertad en una Myanmar (lo que se conocía como Birmania) democrática. Al igual que muchas parejas que se encuentran virtualmente, Rick James y U Lay Sue, estaban preocupados por lo que se encontrarían en la vida real cuando se vieron por primera vez. “Sabes que la foto en Facebook y luego frente a frente es muy diferente. No sabía si me aceptaría”, le cuenta James a Not Only Voices.

La pareja comenzó a charlar en Facebook mientras James vivía en Singapur y se vieron en persona dos años más tarde. A pesar de sus preocupaciones fue amor a primera vista. Dos meses más tarde, la pareja  alquiló  su propio apartamento y se mudaron juntos. “Me lo propuso delante de la pagoda frente a los Budas para que su palabra fuese más real”.

Sue y James viven en una Birmania conservadora donde el sexo entre personas del mismo sexo es ilegal y las personas LGBTI se enfrentan a la discriminación. En una sincera entrevista con el sitio web Not Only Voices, la pareja describen la vida de un hombre gay en Yangon alejada de sus respectivas familias y con el miedo del acoso policial.

La comunidad LGBTI de Birmania se ha vuelto mucho más visible desde el derrocamiento del gobierno militar en 2011. El país organizó sus primeras celebraciones de homosexuales en 2012 y muchas parejas del mismo sexo viven abiertamente juntas en ciudades grandes como Yangon o Mandalay. Los gays dicen que se sienten libres en Birmania aunque no a salvo de la policía y su “seguridad no es buena”. A pesar de la mayor visibilidad de LGBTI la sociedad preserva valores conservadores.

“Aquí si eres una mujer trans, eres más aceptada que ser gay”, afirma James. “En Myanmar la discriminación general es alta: el hombre está en el escalafón más alto y la mujer está en el nivel más inferior. Ellos lo creen así, la religión lo dice así. Así que creen que el hombre que quiere ser gay, quiere bajar al mismo nivel de las mujeres. Así que piensan “¿por qué quieres ser gay?, gay es el nivel más bajo”.

Sue cree que su familia aceptó su sexualidad porque les apoya financieramente pero para James su familia no se lo tomó tan bien. También aprueban la relación de los hombres porque Sue se los ganó con su encanto. “Es muy inteligente, ayuda a mi padres y él hace todo en el hogar para que lo acepten”, dice James.

Pero la madre de Sue sorprendió a la pareja con sus sabias palabras. “Su madre dijo que si dos hombres juntos son gay o permanecen juntos está bien porque el amor es importante”, dijo James. Aquí tienes la historia de Rick and U Lay, una pareja gay que ha demostrado que el amor lo supera todo:

En Birmania la homosexualidad no es ilegal, aunque está penada de facto por la sección 377 del Código Penal que data de 1860, define como “ofensa antinatural” la cópula carnal con cualquier hombre, mujer o animal y la castiga con penas de prisión de hasta diez años. En teoría, este delito podría aplicarse a todos los géneros, pero en realidad la norma es utilizada por la policía para criminalizar la conducta homosexual masculina, así como de otras formas de sexo no naturales.

Este tipo de legislación represiva contra la comunidad LGBT es frecuente en las antiguas colonias británicas. Actualmente, 78 países mantienen en vigor leyes que castigan la homosexualidad. La mitad de ellos formaban parte del imperio británico. En Birmania, a diferencia de otros países del Sureste asiático, como Camboya o Laos, donde la edad de consentimiento sexual tanto para  heterosexuales como homosexuales es de 15 años, las relaciones entre individuos del mismo sexo están tipificadas como delito. Incluso aunque las relaciones homosexuales no puedan ser probadas, los miembros de la comunidad LGBT pueden ser demandados por alteración del orden público (artículo 268 del Código Penal), comportamiento negligente en la difusión de enfermedades sexuales (artículo 269) y detenidos bajo leyes locales por actividades sospechosas.

El 7 de julio de 2013, una veintena de hombres, algunos de ellos agentes de policía, asaltaron a un grupo de homosexuales y transexuales en los alrededores del hotel Sedona en Mandalay “empujando, golpeando, esposando y quitándoles la ropa en público. Una vez en custodia, continuaron abusando de los 11 detenidos, pateándolos constantemente, exhibiéndolos desnudos en las zonas comunes de la sede de la policía regional de la ciudad, fotografiándolos, forzándolos a saltar como ranas, obligándolos a limpiar zapatos y mesas y profiriendo obscenidades contra ellos”, afirmó la Comisión Asiática de Derechos Humanos en un informe.

Los casos de presunta detención arbitraria, arresto y tortura de personas por motivos de su orientación sexual se han convertido en una letanía crónica en Birmania, particularmente en su capital espiritual, Mandalay.

En una declaración de 2014, el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) advirtió que “según distintos informes, la policía utiliza la legislación para intimidar y extorsionar con sobornos” a la comunidad transexual y bisexual birmana: “Hay informes de tratos humillantes a hombres que tienen sexo con hombres (HSH por sus sigla en inglés) y transexuales en cárceles y centros de detención. Les obligan a desnudarse, bailar y son golpeados con varas. Además, son ridiculizados mientras están desnudos, forzados a tener relaciones sexuales e incluso quemados con cigarrillos”. El pago de sobornos es a menudo la única manera de escapar de este círculo de abusos.

El noviembre de 2015 un controvertido debate sacudió la sociedad birmana cuando una pareja homosexual celebró públicamente su décimo aniversario en boda. Asimismo, la ciudad más poblada del país, Yangon, acogió el año pasado el primer festival de cine LGBT y algunas discotecas de la ciudad organizaron fiestas especiales para gays y lesbianas. Vientos aperturistas que esperamos sigan soplando.

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