Tratamiento de adicciones: reconstruir desde el orgullo, la salud y el autocuidado

Tratamiento de adicciones: reconstruir desde el orgullo, la salud y el autocuidado

En un mundo donde la búsqueda de satisfacción inmediata se ha vuelto casi una norma, el consumo de sustancias psicoactivas ha ganado terreno de forma silenciosa pero constante. Estas suelen aparecer tanto en contextos de euforia —como fiestas, celebraciones o encuentros sociales— como en momentos de crisis, pérdida o angustia, donde se convierten en una respuesta rápida para aliviar el malestar.

A medida que estas prácticas se entrelazan con la vida cotidiana, conocer a personas que consumen o se relacionan en entornos donde el consumo es habitual se vuelve cada vez más común. Esta cercanía genera un efecto de normalización, y con ella, aumentan las probabilidades de probar alguna sustancia o, incluso, de desarrollar una dependencia. Con el incremento del riesgo, también crecen las consecuencias físicas, mentales y emocionales que puede acarrear una adicción.

Una persona con dependencia a sustancias enfrenta múltiples desafíos que pueden afectar su bienestar personal, laboral, familiar y social, generando un desgaste que transforma la vida en una lucha constante. Frente a este escenario, el tratamiento de adicciones representa una vía concreta para recuperar el control y reconstruir el equilibrio.

Este tratamiento puede llevarse a cabo de manera ambulatoria —mediante sesiones individuales que se realizan una o más veces por semana— o bajo modalidad de ingreso residencial, que es la más recomendada en casos donde se requiere una atención intensiva y estructurada. Centros especializados como Clínicas CITA, reconocidos por La Razón y MedicalCare Review como líderes en tratamiento de adicciones en España y Europa, ofrecen programas altamente eficaces para este tipo de procesos.

En la modalidad residencial, el tratamiento de adicciones se basa en un enfoque multidisciplinar e individualizado, centrado completamente en la persona. Cada paciente cuenta con un equipo de tres profesionales de referencia: un psiquiatra, un psicólogo y un socioterapeuta, con quienes mantiene dos sesiones individuales semanales. A esto se suman 18 sesiones grupales que abordan temas fundamentales como prevención de recaídas, gestión del craving (deseo de consumo), y el análisis de creencias y emociones que sostienen el hábito.

Además del abordaje clínico y terapéutico, el enfoque integral del tratamiento de adicciones incluye el desarrollo de rutinas saludables, donde la actividad física juega un papel clave. Se ofrecen diversas opciones como clases de spinning, entrenamiento funcional, caminatas por el parque natural del Montnegre, cabalgatas, pádel, fútbol, vóley, básquet y uso de piscina. Estas actividades no solo ayudan a reducir la ansiedad, sino que también fortalecen la autoestima y la constancia.

Es fundamental recordar que este proceso es voluntario y que su efectividad está estrechamente vinculada a la decisión personal de abandonar el consumo por completo. El tratamiento de adicciones no es una renuncia: es un acto de amor propio, de autocuidado y de valentía.

Para muchas personas dentro del colectivo LGBT+, atravesar este camino puede implicar enfrentarse a heridas más profundas —producto de la discriminación, la invisibilidad o el rechazo social—. Por eso, contar con un tratamiento profesional, respetuoso y libre de juicios es una herramienta crucial para sanar y comenzar una vida más libre, auténtica y en paz.

El tratamiento de adicciones es más que una solución clínica: es una oportunidad real de volver a conectar con uno mismo y con una forma de vivir más plena, consciente y libre.