
¿Qué orientación sexual tienen los que se sienten atraídos por transexuales?
Las etiquetas de la orientación sexual fueron pensadas para clasificar lo diverso. Heterosexual, homosexual, bisexual… un intento de poner orden en algo tan complejo como el deseo humano.
Sin embargo, hay situaciones que desafían esas categorías de forma directa. Una de ellas es la atracción que muchos hombres experimentan hacia personas transexuales, especialmente mujeres trans con apariencia femenina.
¿Podemos decir que estos hombres son bisexuales, aunque no lo reconozcan? ¿Se trata de una simple curiosidad, un fetiche, una orientación sexual aún sin nombre? El debate no es nuevo, pero sí más actual que nunca, a medida que aumenta la visibilidad de este colectivo en redes, medios y también en espacios como el trabajo sexual.
En este artículo, vamos a repasar qué nos dicen los estudios, las estadísticas recogidas en plataformas de acompañantes y los testimonios de quienes ejercen. Explicaremos el contexto que permite entender por qué estos hombres suelen seguir identificándose como heterosexuales, incluso cuando sus prácticas parecen contradecirlo.
Identidad, orientación y conducta: tres niveles, muchas contradicciones
Para entender este fenómeno, conviene partir de una idea esencial: la identidad sexual, la orientación del deseo y el comportamiento sexual son conceptos diferentes, que no siempre coinciden entre sí.
- Identidad sexual: cómo se define una persona internamente (heterosexual, bisexual, gay…).
- Orientación sexual: hacia qué géneros se siente atraída.
- Conducta sexual: con quién mantiene relaciones íntimas efectivas.
Una persona puede, por ejemplo, identificarse como heterosexual, tener fantasías con personas trans o incluso mantener encuentros sexuales con ellas, sin cambiar su etiqueta. El deseo puede ser puntual, recurrente o incluso formar parte de un patrón, sin que necesariamente se traduzca en una redefinición personal.
Esto se observa con claridad en el mundo del acompañamiento. Muchas escorts trans relatan cómo una parte importante de sus clientes son hombres con familia, pareja o una vida pública completamente “normativa”. Pero, sorpresa, en la intimidad buscan (aunque sea puntualmente) experiencias con travestis.
Hombres heterosexuales: los clientes más frecuentes
La evidencia acumulada —tanto académica como empírica— apunta a una conclusión clara: los hombres que se identifican como heterosexuales conforman el grupo mayoritario entre quienes sienten atracción por personas trans. Especialmente, por mujeres trans con expresión femenina.
Este patrón se repite de forma sistemática. Por ejemplo, en una encuesta interna elaborada a partir de conversaciones y formularios en el entorno de las escorts trans en el portal Emasex, se confirma que la mayoría de los clientes buscan:
- Mujeres con estética muy cuidada.
- Lenguaje corporal femenino
- Y, en muchos casos, que conserven sus genitales masculinos.
La atracción no se dirige hacia la masculinidad, sino hacia la feminidad con “algo más”. Es decir, lo que excita no es tanto el cuerpo masculino como la ambigüedad que representa una mujer que se ha cambiado de sexo: una combinación singular de lo masculino y lo femenino, lo tradicional y lo transgresor.
¿Fetiche o expresión legítima del deseo?
Una parte de esta atracción puede explicarse desde el fetichismo. Para muchos, tener relaciones con una persona de este género representa una fantasía, una experiencia fuera de lo convencional, algo excitante precisamente por salirse de la norma. La mezcla entre senos, curvas, maquillaje y un pene funcional encaja en una categoría que no encuentran en mujeres cis ni en hombres cis.
Sin embargo, no todo puede reducirse al fetichismo. Para otros, esta preferencia es estable, coherente y forma parte de su vida sexual desde hace tiempo. Pero incluso en estos casos, muchos hombres prefieren seguir identificándose como heterosexuales, porque entienden que su atracción sigue siendo hacia lo femenino, independientemente de los genitales.
La importancia del anonimato y lo confidencial
Uno de los factores clave que permite que estas dinámicas se desarrollen con libertad es la confidencialidad. Plataformas como Emasex permiten a los usuarios contactar con personas trans sin tener que exponerse públicamente ni enfrentar juicios sociales.
Este anonimato es fundamental para muchos clientes. Algunas escorts lo explican así: “Vienen con nervios, algunos incluso sintiéndose culpables, pero sabiendo exactamente lo que quieren. Y lo quieren de forma discreta. Valoran que no haya preguntas, que se les respete y que no se les etiquete.”
La posibilidad de explorar deseos sin ser juzgados es uno de los principales motores de esta tendencia. Muchos de estos hombres no están preparados para visibilizar esta faceta de su sexualidad ante su entorno, ni siquiera ante ellos mismos.
Bisexuales: la comodidad con la ambigüedad
Aunque los heterosexuales sean mayoría, los hombres bisexuales también representan una porción significativa entre quienes se sienten atraídos por personas de este género. Y, a diferencia del grupo anterior, suelen vivir esta atracción con mayor naturalidad.
En general, los bisexuales:
- Se sienten cómodos con lo masculino y lo femenino en distintas combinaciones.
- No necesitan etiquetar a sus parejas en términos binarios.
- Aceptan la diversidad del deseo como parte de su identidad.
Muchos hombres bisexuales valoran especialmente a las mujeres transgénero porque representan una síntesis de aquello que les atrae: feminidad, sensualidad y, a veces, corporalidad masculina. Para ellos, estas experiencias no requieren explicaciones, porque ya forman parte de su marco mental.
¿Y los hombres gays?
Curiosamente, los hombres homosexuales no figuran como grupo mayoritario entre quienes buscan encuentros con personas de este colectivo. Esto tiene una explicación sencilla: el perfil más común dentro de la homosexualidad masculina está orientado a la atracción por hombres cis con expresión masculina, no por mujeres, aunque sean trans.
En el mundo de los acompañantes, esta diferencia se refleja claramente. Mientras que hay una altísima demanda de travestis y cross dressers por parte de clientes heterosexuales y bisexuales, los clientes gays suelen recurrir a perfiles más ajustados a sus preferencias, como los escorts masculinos.
Por supuesto, puede haber excepciones. Algunos hombres gays sienten curiosidad por experiencias con esta tendencia, pero no constituye la norma. En general, hay una diferencia clara entre el deseo por la masculinidad cis y la feminidad transgénero.
Trabajo sexual y patrones reales del deseo
Uno de los mayores aportes del trabajo sexual es su capacidad de revelar datos reales sobre lo que la gente desea, más allá de lo que dice desear. En entornos como Emasex, donde los usuarios pueden explorar sin miedo a ser juzgados, emergen patrones que serían difíciles de detectar en encuestas públicas.
Las estadísticas internas recabadas por profesionales del sector muestran esta distribución aproximada:
| Tipo de cliente | Identidad declarada | Motivación principal |
| Heterosexuales | Mayoría (60–70%) | Atracción por lo femenino con genitalidad masculina |
| Bisexuales | 20–25 % | Interés genuino por la combinación de géneros |
| Homosexuales | 5–10 % | Curiosidad o fetichismo ocasional |
Estos datos concuerdan con lo que muchas escorts observan en su día a día. Aunque cada persona es un mundo, el patrón es claro: la mayoría busca discreción, no replantearse su identidad y vivir algo que consideran excitante y distinto, sin salir de la etiqueta “hetero”.
La nueva sexualidad: más fluida, menos etiquetada
En las generaciones más jóvenes, especialmente entre los hombres menores de 35 años, se percibe una mayor apertura hacia una sexualidad fluida. No se trata tanto de cambiar de etiqueta, sino de asumir que el deseo no siempre responde a una lógica binaria.
Según estudios recientes, más del 35% de los varones jóvenes afirman que podrían mantener una relación sexual con una persona trans si existe atracción. Sin embargo, pocos de ellos cambiarían su forma de definirse por ello. Es decir, vivir una experiencia con una persona con una persona de este género no se traduce automáticamente en “ser bisexual”.
Este tipo de fluidez puede observarse en la proliferación de perfiles “heteroflexibles”, “curiosos” o directamente sin etiqueta en apps de citas. También en la normalización de discursos que asumen que una única experiencia no define toda una vida sexual.
¿Hace falta ponerle nombre a todo?
Al final, la pregunta que queda flotando es: ¿es realmente necesario etiquetar toda forma de deseo? ¿O podemos simplemente aceptar que, en ocasiones, lo que nos atrae no encaja en una categoría cerrada?
Para algunos hombres, la atracción por mujeres trans es una fantasía puntual. Para otros, una constante. Para muchos, una experiencia que disfrutan, pero que no sienten que defina su identidad. Lo importante es que esa vivencia se dé en condiciones de respeto, consentimiento y libertad.
A veces, ponerle nombre ayuda a entenderse. Otras veces, lo único que consigue es añadir ansiedad a algo que podría vivirse de forma más natural.
La mayoría de los hombres que se sienten atraídos por mujeres trans siguen identificándose como heterosexuales. Lo que buscan es una experiencia que combine sensualidad, feminidad y algo que no encuentran en otros cuerpos. No necesariamente quieren cambiar de etiqueta ni consideran que su orientación sexual esté en cuestión.
Los hombres bisexuales también forman parte de esta ecuación, y suelen vivirlo con menos conflicto. En cambio, los hombres gays no figuran entre los principales interesados en este tipo de encuentros, ya que su deseo suele dirigirse hacia lo masculino cis.
Más que una contradicción, esto muestra que el deseo humano es complejo, y que el lenguaje aún no alcanza a describir todas sus formas. Quizá no haga falta inventar nuevas etiquetas. Tal vez lo importante sea entender que el deseo es legítimo, incluso cuando no encaja en ninguna casilla.
