Mario, director de Magnum Detectives, cuenta como ejerce un detective privado su profesión

Mario, director de Magnum Detectives, cuenta como ejerce un detective privado su profesión

Mario, director de Magnum Detectives en Santiago, lleva más de veinte años ejerciendo como detective privado en Galicia, donde actualmente hay en torno a 70-75 profesionales registrados en el colegio profesional, «muchos de ellos mujeres, aunque no existe paridad». Asegura que en este tiempo la profesión no ha cambiado tanto, pero sí lo han hecho las herramientas con las que trabajan. Han pasado de usar walkie-talkies a cámaras en miniatura con alta resolución, o a contar con internet como un gran aliado… «pero el libro de los detectives sigue siendo el mismo: empieza por las vigilancias, las observaciones, la obtención de información… La esencia no ha cambiado», señala este profesional que prefiere no desvelar su identidad por privacidad.

 —Los detectives ya no van de gabardina. ¿Cómo visten? 

—Cuando se utilizaban más, el detective usaba la gabardina y sombrero, actualmente nadie va así, a no ser que sea una persona especial. Casi suena extravagante. Lógicamente el detective tiene que adaptarse a las circunstancias del medio en el que trabaja, y el camuflaje perfecto es ser una persona normal. El pasar desapercibido es fundamental.

—¿A veces el trabajo obliga a cambiar de imagen? 

—Sí, sí, porque depende del entorno en el que estés trabajando, urbano o rural, y dentro de ellos hay muchas tipologías. Dependiendo de la persona a la que tengamos que investigar, adaptamos nuestro aspecto, el tipo de ropa, más deportiva o más formal… A veces tenemos que hacer entrevistas con ciertas personas y el atuendo tiene que ser el adecuado, sin llegar al disfraz. Llevar pelucas o bigotes postizos tampoco se hace porque llama más la atención. El mejor detective es el que pasa desapercibido. El que parece un detective no es un buen detective.

—No se puede llegar al campo de traje y corbata. 

—Evidentemente, en esos entornos hay que estar vestido como una persona más que va paseando o incluso como un cazador. Se trata de adaptarse y tener imaginación al respecto, hay que ser creativos para esta profesión.

—¿Cuál es la cualidad más preciada? 

—Para mí lo más importante es tener olfato e imaginación. Además, también hay que estar dispuesto a hacer muchos sacrificios. Me refiero a que no tienes límites de horas; de horarios, ya sea de día o de noche, incluso festivos, el año pasado nos tocó trabajar en Nochebuena y Fin de Año; también trabajas en condiciones extremas de frío o de calor. Recuerdo un caso en el que investigábamos unos ingresos para una pensión y tuvimos que estar de pie durante varios días en una semana en que nevó en Santiago. Hay que ser muy sacrificado para aguantar todo esto.

—¿Qué herramientas lleva encima un detective? 

—Hoy en día, el teléfono móvil es fundamental porque anteriormente, hace más de veinte años cuando yo empecé, todavía se utilizaban walkie-talkies, pero actualmente el móvil es la herramienta más cómoda y adecuada, además de cámaras profesionales. Evidentemente, no usamos el móvil para obtener imágenes que luego tenemos que presentar en el juzgado.

—¿Cámaras ocultas o no? 

—Sí, sí, también, la tecnología ha permitido la miniaturización de los componentes, y las cámaras cada vez son más sofisticadas, de mayor calidad y más pequeñas.

—Por entrar en materia, ¿a qué os dedicáis?, ¿quién os reclama? 

—Cualquier persona puede contratar a un detective. Los casos más habituales son las investigaciones familiares, por ejemplo, para obtener información y pruebas que permitan modificar una pensión o el uso atribuido judicialmente del hogar familiar. También las búsquedas de personas y desaparecidos; investigaciones sobre accidentes de tráfico; laborales…

—¿En estos casos, la gente acude a vosotros cuando los cuerpos de seguridad no les dan respuesta? 

—No exactamente, nuestras atribuciones y competencias están bien definidas en la Ley de Seguridad Privada del 2014. Nosotros no investigamos delitos, sino hechos o conductas que pueden tener una relevancia legal o judicial. Aunque hay momentos en que esa línea es más estrecha, pero siempre que nosotros tenemos conocimiento de un delito tenemos obligación de comunicarlo a la policía o Guardia Civil, según corresponda. Son ámbitos completamente diferenciados. Desde luego en la búsqueda de desaparecidos, primero intervienen las fuerzas y cuerpos de seguridad, y a veces por la limitación de medios o recursos las familias nos requieren para ayudarles. En esos casos, existe una colaboración, no actuamos nosotros por nuestra cuenta.

—¿Y qué otros encargos recibís? 

—Casos que tienen que ver con la peregrinación a Santiago, entre ellos algunas desapariciones que suelen ser resueltas positivamente porque eran voluntarias; fraudes; infidelidades; o también ha habido la búsqueda de alguna persona que han conocido en el Camino de Santiago, han perdido el teléfono, se han enamorado y la quieren encontrar. Aquí hay que tener mucho cuidado para evitar situaciones de acoso, y verificar que siempre existe un interés legítimo por parte del que pide la investigación. Además, recientemente existe un cierto auge de las investigaciones genealógicas de descendientes de emigrantes para obtener la nacionalidad.

—¿Rechazáis alguna petición? 

—Si se refieren a investigaciones sobre delitos, no podemos entrar en ellas, y también hay que analizar la petición para ver si es viable o no. No siempre se puede investigar todo.

—¿El límite está en si la investigación implica a un conocido vuestro? 

—Sí, sí, hay límites. Por ejemplo, en estos casos de posible conflicto de intereses hay que informar. Los detectives que formamos parte del Colegio Profesional de Detectives Privados de Galicia tenemos una normativa deontológica muy precisa, y tenemos que evitar estas situaciones.

—¿Cómo se mantiene la calma cuando descubres una información clave? 

—Se consigue con la experiencia, con el tiempo vas templando el carácter y te vuelves más estoico. Al principio resulta todo muy emocionante e intenso, luego las investigaciones las vas haciendo poco a poco con más perspectiva, y esa templanza se consigue con el tiempo.

—¿Hay situaciones peligrosas? 

—A veces sí, porque no sabemos el entorno en el que estamos trabajando, y nos puede llevar a una zona donde haya un grupo de narcotraficantes o de delincuencia organizada. En ocasiones, sin quererlo, nos ponemos en situaciones arriesgadas.

—¿Es difícil no llevar el trabajo a casa? 

—Totalmente, es muy difícil separarlo de tu vida personal, porque afecta a las relaciones personales, familiares, con la pareja, con los hijos si tienes, con tus amigos porque tampoco puedes quedar siempre… Somos unas personas que estamos casi al margen de la sociedad, aunque estamos integrados, y somos personales normales casi todos, pero es difícil conciliar la vida personal con la labor de un detective.

—¿Hay gente en tu entorno que no sabe a qué te dedicas? 

—El entorno más próximo sí lo sabe, pero hay personas que no saben exactamente a qué me dedico. Piensan que me dedico a la asesoría, que trabajo como consultor…

—¿En alguna ocasión te han reconocido o reventado una investigación? 

—No, más bien de recibir algún tipo de amenaza o insulto de alguna persona investigada que cometía un fraude o había incumplido la ley. Esto sí que puede suceder, porque en muchos casos tenemos que presentar nuestras pruebas ante las autoridades judiciales, y en el juicio muchas veces nos ven, y si te encuentran por la calle, algunos no se quedan callados.

—¿Se pasa miedo? 

—Depende de la persona, yo no lo he pasado, pero hay que tomar precauciones y estar preparado por si sucede algo de esto.

—¿Qué se estudia para ser detective? 

—En España tenemos la formación del detective más puntera y completa que existe en el mundo, y no exagero. Tenemos unos estudios universitarios de tres años reglados, específicos para detectives privados que tienen materias de derecho, de criminología, medicina legal, y otras más específicas como técnicas de investigación o investigaciones digitales. Y luego lo que cada uno pueda hacer a posteriori y que pueda ser necesario: técnicas de conducción, defensa personal…. Y al finalizar, el detective que es titulado, pero no privado conforme a la ley, tiene que darse de alta en la Dirección General de la Policía, que será la que le otorgue la licencia, que es la identidad profesional. Para eso hay que haber cursado los estudios y no tener antecedentes penales.

El que parece un detective no es un buen detective”

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